martes, 6 de marzo de 2012

Blanca - A un baño de Barcelona

Saludos desde Barcelona:

¿Te acuerdas del carnicero? Sí, el que estaba en la esquina de nuestra calle. Pues estoy empezando a pensar que antes de dedicarse a su profesión estaba encerrado en un psiquiátrico, posiblemente dirigido por lunáticos instruidos por psicópatas. Y tan solo te digo una parte del angelito bueno, que si te cuento lo que me susurraba el malo no duermes esta noche. ¿Por qué? Sus actos hablan por sí solos.

Esta mañana no me ha despertado la alarma del móvil, ni el perro del patio de al lado, ni la señora de la limpieza, ni el suicida del turno de mañana; sino el carnicero de nuestro barrio. Empezó a golpear la puerta como si estuviera colgando cuadros con la cabeza. Cuando me puse algo para tapar mis encantos, abrí la puerta sin tan siquiera preguntar quien había detrás. Con el ruido que hacía habría abierto aunque hubiera un comando terrorista. Y lo primero que me encontré fue una alucinación. ¿El carnicero? Me engañan mis ojos. Tiene que ser un hombre similar con la misma complexión y edad. El verdadero esta muy lejos de aquí, a miles de kilómetros. Pero no, era sin duda él. Si hasta llevaba la misma bata con la dirección impresa. Lo más lógico sería pensar que está dando un rodeo para llegar local, pero en sus ojos había mucho odio.

- Me debe 3 céntimos-. Me dijo el carnicero.

- ¿Perdón?

-Ni perdón ni pokeflautas. Me debe 3 céntimos de su última compra. Y quiero que me los dé ahora mismo.

-3 céntimos- Tenía que haberle entendido mal.

-Exacto. Usted me entregó un billete de 10 € por un producto de 8,56 €. Yo le devolví 0,41 €. Por lo que me debe un total de 3 céntimos, más los intereses generados a lo largo del tiempo.

Se me quedó mirando expectante, como si de un momento a otro fuera a sorprenderme de mi descuido. Como si mi vida girara en torno a su carnicería y su cocina. Como si hubiera hecho un turismo cárnico, como si hubiera viajado sólo para comparar su carne con la de otros países. Y de este modo confirmar que la mejor y más sabrosa del universo... perdón, ¡de todos los tiempos!, fuera la suya. Y de rebote vaciarme los bolsillos.

-¿De cuánto estamos hablando?

-Un céntimo por día. Hace 5 días que compró en mi establecimiento, lo quehace un total de 8 céntimos.

-Y ha venido hasta aquí por 8 míseros céntimos.

-Así es.

-¡Chachi dulce! Y supongo que mi madre te habrá dado mi dirección.

-En eso se equivoca. Contraté a un detective privado, que ahora que lo menciona tendrá que abonarme sus honorarios.

-Por supuesto.

-No quería implicar a su madre en este caso claro morosidad. No me gustaría que su madre la viera como una ladrona. Tiene suerte que no hubiera llamado a las autoridades.

-Llevo noches sin dormir pensando en las consecuencias.-Lo único que no tenía era su número de la habitación, pero un huésped me ayudó.

-¿Un huésped?

-Cuando llegué hasta aquí no me quisieron decir su número porque iba en contra de alguna ley rimbombante. Pero por suerte, un hombre que estaba cerca de recepción me dijo exactamente donde estaba. Lo único que tenía quehacer a cambio era entregarle esta carta.

Y entonces sacó un sobre del bolsillo.

Recibo más cartas en España que en mi país. Tal vez sea una indirecta de que“me queréis fuera”. O que mi amor se aprecia más en la distancia. Sea como sea, me dio otra carta. ¿Tal vez del escritor desesperado? Se agradece recibir correspondencia, aunque no sea para una. Luego te la pongo, sigo con el carnicero diabólico de la calle Fleet.

En mitad de un bostezo le dije:

-A ver que me aclare. Realmente, ¿cuánto dinero tendría que abonarle paraque se fuera feliz a casa?.

-El viaje en avión, el detective privado, las dietas, lo que podría haber ganado en los 2 días, canguros para mis hijos, souvenirs, tabaco, limosnas...

-¿Cuánto?

-4.612 €, con 8 céntimos.

Cerré la puerta de un portazo. Lo siguiente fue llamar a la seguridad del hotel y escuchar como se lo llevaban a la fuerza mientras gritaba algo sobre una deuda. Algún comentario oí de mis vecinos sobre que era un estafador, un alcohólico, un yonqui, un demente, un friki de Star Trek, y más cosas que prefiero no decirte.

Con la carta en la mano me fui a tumbarme en la cama. El sol empezó acolarse por mi ventana, desperezándome totalmente. Mis deseos por abrir esa carta eran enormes. La curiosidad no paraba de empujarme para que lo sacara de una vez. Luego me dije: -¿Por qué no hacerlo? ¿A que estoy esperando? No tiene sentido que me haga autosuspense.- Y así la abrí.

Me encontré con tres objetos. Una entrada para un espectáculo, una llave y un sobre. ¡En la entrada estaba la cara del tío Raúl! ¿Tenía un show? Y por lo que decía en la descripción, ¡parecía de humor! Se celebraba mañana en un pub de Barcelona. Sin autosuspense, me metí en Internet y compré un billete de tren.Llegaría con tiempo suficiente para alojarme en otro hotel e ir de compras.Me surgen nuevas dudas. ¿Quién era el hombre que le dio la carta al carnicero? ¿Un ayudante o tu propio hermano? ¿Como sabe que estoy aquí?¿Era suya la primera carta? Necesito un baño de burbujas urgente, tanta duda me embrutece.

Después esta la llave. Pequeña y vieja. Parece la llave de un candado. ¿Tal vez un candado de bici? En las cartas contaba el tito que se encontró con una llave que resultó ser la llave del candado de una bicicleta. ¿Me ha dejado una bici atada en algún lado? Pues si espera que vaya desde Madrid a Barcelona en un día es que necesita ir a un psicoanalista.

Mientras se llena la bañera te escribo la carta.

Un besazo de tu princesita

Blanca

Anotaciones de la sesión 28.
Nombre: Eustaquio.
Sexo: Hombre.Edad: 34.
Descripción: El paciente empieza a terminar de contar sus problemas después de diversas sesiones. Aun no se ha empezado el tratamiento.


Mis padres nunca han tenido fe en mi, les he hecho cosas para que se sintieran defraudados. Desde el minuto 0 prácticamente. Por ejemplo ellos siempre quisieron tener un hijo gay para ser la comidilla de la escalera, y al nacer,cuando abrí los ojos, me quedé mirando el culo a la enfermera. Y el resto de la vida fui muy hetero. Incluso en el instituto me conocían como el “convertidor de lesbianas”. Desde entonces he asqueado a los heteros. ¡Son anormales! Lo más parecido a un hombre es otro hombre. Al igual que lo más parecido a una mujer es otra mujer. ¿Porque se juntan entre ellos? Es como mezclar las peras con manzanas. El mundo está loco.


Pero hubo más problemas con mis padres. Aún recuerdo cuando mi padre me cogió un día por el hombro y me dijo: -Si no eres capaz de ir a ese banco y conseguir una hipoteca, me estarás demostrando que no eres un hombre.- Yo tenía entonces 4 años. Creo que fue la segunda vez que le decepcioné. La primera fue a los 2 años cuando me intentó enseñar a conducir. No, no, no... la primera vez fue con 7 semanas cuanto intentó llevarme de putas. Siempre quiso que hiciéramos cosas de padre e hijos, y yo siempre estropeándolo.


Pero con mi madre fue aún peor. La perdí como amiga cuando no me llegó la regla. Aun recuerdo mi primer sujetador.