miércoles, 26 de octubre de 2011

Día 5 - A una nariz de Francia.

Lejana hermana:

¡Estoy fuera del país!: Leverkusen, Bonn, Wiesbaden, Mannheim, Karisrúhe, Baden-Baden, Freiburg mi Freisgau, Bern, Lausanne y... ahora estoy aquí. Concretamente en Ginebra (Suiza). Archiconocida por sus quesos, chocolates, navajas, su bebida alcohólica (creo que es el Ron) y su manufacturación de levadura (lo último no lo busqué en libros, solo lo sé yo). Y te preguntarás con cierta perspicacia: - Pero dichoso hermano, llevas 4 días fuera de nuestras fronteras. Has estado recorriendo Alemania a pie, en tren, en coche y en un bici que robada a un niño pequeño.- Efectivamente, todo es cierto (salvo la bici, pensaba haber dejado claro ese punto). La única diferencia es que ahora voy por buen camino. Mi latitud está ligeramente más a la izquierda que antes. Ahora la distancia geográfica empieza a bajar.

Admito que estaba encapricho con el viaje, tenía grandes expectativas. De hacer un mejor amigo en cada vagón del tren, de conquistar una doncella en cada estación. Con dos grandes, turgentes y palpables... personalidades. Sin llegar a ser una esquizofrénica pero sin dejar de ser bella. Y todo ello sin perder mi objetivo principal: París. Calculando cada segundo de mi travesía para llegar lo antes posible. Pero el destino me llevó por el camino más largo.

Después de tanto infortunio, muerte y revisores-cambia-billetes; al fin estoy a unos pocos kilómetros del país donde empezará mi nueva vida. Casi puedo oler el país. Y por mucho que me digan los bomberos (que están apagando una fábrica de incienso justo detrás de mí); yo sé que huele a Francia. Sus viñedos, sus especias perfumadas, su liberté, su égalité, su fraternité... Me saltan las lágrimas. Y no solo es por el olor tan intenso que hay en el aire, sino porque me emociono pensando que ya casi va a terminar mi viaje.

Cuando hace 8 horas que cogí el primer autobús con destino a “lo-más-lejos-de-aquí-por-favor”, nunca pensé que me llevaría por un camino tan sincronizado a mis deseos. Por las líneas de autobús calculé que había:

-Un 17% de acabar en Rusia, trabajando en un barco pesquero con destino a Francia.

-Un 8% de acabar en Italia, robando un bote y remando hasta Francia.

-Un 46% de acabar en Suiza, haciendo autostop hasta París.

-Un 28% de acabar en Bélgica; preguntandome que hacía ahí y por qué no me podría haber tocado Rusia, Italia o Suiza.

-Y un 1% de que el autobús fuera en realidad un dragón disfrazado y me llevara volando hasta París. Deseé mucho esta posibilidad.

Perder todo mi dinero ha sido lo más traumático. Como recordarás, mi maleta no pude recuperarla. Perdí las cosas más preciadas que poseía sobre la faz de la Tierra y, además, mi colección de sellos. Por suerte llevaba encima la cartera, con todos mis ahorros. Me compré un Netbook. Cuando lo pagué me esperaba un libro electrónico que se conectara a internet. Y resulta que es el hijo desnutrido y circuncidado de un portátil. También me compré algo de ropa en la tienda de la estación, una mochila para llevar todo, una cajetilla de tabaco, un mechero, un libro para dejar de fumar, unos chicles de nicotina... y cuando me acordé de que no fumaba... una papelera... y, por último, un mapa de Francia.

Como siempre te digo, hay dos cosas que no puedo apartar la vista aunque quiera: una injusticia a un trabajador honrado y un niño gordo jugando al fútbol. Pues añade una tercera: un cuadro del río Arve al amanecer, el río que cruza esta ciudad. Tal cual lo vi, tal cual lo compré. Es precioso, lleno de colores como si el pintor fuera daltónico y le hubieran mezclado dos juegos de pinturas, con un reflejo de la luz sobre las aguas, una barca cruzando por el centro... una obra de arte. Mide 3 x 2,5 metros, y no es precisamente cómodo para llevarlo. Pero mecere la pena. Lo llevo atado a la espalda y de vez en cuando, sobretodo con las esquinas cuando me giro muy rápido, saco algún ojo. Menos mal que no les entiendo, porque sino estaría preocupado. Menudos gritos me pegan cuando empiezan a sangrar.

Me despido que voy a hacer autostop. Pero no estaré auto-parado, sino haré muchos movimiento cuando aparezca un coche. Incluso haré malabares con los calcetines, seguro que les llama la atención. Espero que se entienda que busco un vehiculo y no que vendo drogas de una forma creativa.

Cuídate pequeña

Raúl

PD: Ahora que estoy a un par de países de distancia y estoy en uno neutral, me he atrevido a llamar a nuestro padre. Me dijo de todo menos «te quiero». Mencionó algo de una oveja negra, de que me había dado la vida y me la podía quitar cuando quisiera, de algo sobre volver a redactar su testamento, contratar francotiradores, comida envenenada, ballestas, misil tierra-tierra... y un montón más de argumentos para que volviera. Pero me mantuve en mis 13, y él me nombró 13 formas de matarme desde Ámsterdam. Cuando quiere es de lo más imaginativo. No le tengo miedo, me protege la distancia y el tratado de la utilización de armas nucleares. Mañana lo intento con mamá.

PD2: ¡No tengo novia! Sigo sin entender como esa chica sigue encaprichada de mí. Sólo fue accidente, un error de un año. Sexo a diario y fines de semana con sus padres. Nada que me comprometa. Nunca creí que se lo tomaría tan en serio. Si te vuelve a insistir dile que estoy muerto, o gay. Lo que te sea más cómodo.

PD3: Y lo del chico que te intentó dar un beso... coge turno, busca un asiento y espera a que me importe. Tu vida amorosa me importa bien poco. Tanto como la mía. No intentes convertirme en el hermano comprensivo que nunca he sido.

PD4: Como te toque, le toco.



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